sábado, 7 de agosto de 2010

Dios, el primer anti-igualitarista

Existen innumerables textos de Papas, Santos y Doctores de la Iglesia que enseñan que la DESIGUALDAD social, cuando es proporcionada, está de acuerdo al plan de Dios y a la propia naturaleza.

LEÓN XIII, EN LA ENCÍCLICA ''QUOD APOSTOLICI MUNERIS'' DEL 28 DE DICIEMBRE DE 1878, ENSEÑA:

“Por más que los socialistas, abusando del propio Evangelio para inducir más fácilmente al mal a los incautos, se hayan habituado a desvirtuarlo según su parecer, existe, sin embargo, una divergencia tan grande entre su perversa teoría y la purísima doctrina de Jesucristo, que no la hay ni puede haberla mayor. Porque ¿qué consorcio hay entre la justicia y la iniquidad? o ¿qué sociedad hay entre la luz y las tinieblas? (11 Coro VI, 14).


“Realmente, como hemos dicho ya, no cesan ellos de repetir que todos los hombres son iguales entre sí por naturaleza, y por eso pretenden que no se debe honra ni veneración a la autoridad, ni obediencia a las leyes, a no ser a las que ellos mismos sancionan a su gusto. “Por el contrario, según las enseñanzas de los Evangelios, la igualdad entre los hombres está en que, al tener todos la misma naturaleza, están todos llamados a la misma dignidad excelsísima de hijos de Dios; bien como en que, por haber sido todos designados para el mismo y único fin, cada uno será juzgado según la misma ley, recibiendo según sus méritos el castigo o la recompensa. Esto no obstante, la desigualdad de derechos y de poder procede del propio Autor de la Naturaleza, de quien toda paternidad, en el Cielo y en la Tierra, toma su nombre (Ef III, 15).” (1)


EL UNIVERSO, LA IGLESIA Y LA SOCIEDAD CIVIL REFLEJAN EL AMOR DE DIOS EN UNA ORGNÁNICA DESGUALDAD.


En la misma Encíclica el Santo Pontífice afirma:

“Quien creó y gobierna todas las cosas las ha dispuesto con su providente Sabiduría de tal forma que las más pequeñas por medio de las medianas y las medianas por medio de las mayores lleguen todas a su fin. Por consiguiente, así como quiso que el propio Reino celestial los coros de los Ángeles fueran distintos y estuvieran sometidos los unos a los otros; así como en la Iglesia instituyó varios grados de órdenes y diversidad de ministerios, para que no todos fueran Apóstoles, ni todos Doctores, ni todos Pastores (1 Cor: XII), así también constituyó en la sociedad civil muchas categorías diferentes en dignidad, derechos y poder, sin duda para que la sociedad civil, al igual que la Iglesia, fuese un solo cuerpo compuesto de muchos miembros, unos más nobles que otros pero todos recíprocamente necesarios y preocupados por el bien común.” (2)

Notas:

1- (1) . AAS. XI [1878] 372.
2- (2). Id.
Art. publicado por Tradición y Acción-Chile.

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